Un clásico en el dolor de espalda
Seguro que en algún momento te ha dolido la espalda. ¿Acierto?.
No siempre te ha dolido igual. El dolor unas veces es “soportable” y otra completamente lo opuesto, insoportable. Tanto que te ha limitado en tus quehaceres diarios.
En esos momentos “insoportables”, casi todos (me too) solemos actuar de la misma manera.
El protocolo de actuación simplista que seguimos es este:
- Pastillas. Si me duele la espalda me tomo algo para que me quite el dolor. Vale.
- Masaje. Si me duele la espalda, cojo cita con el fisioterapeuta. Bueno, vale.
- Médico. Si me sigue doliendo, voy al médico para que me diga que me pasa.
Todo normal, si. Son buenas opciones, bueno. Son las mejores opciones, en absoluto. ¿Por qué?.
Las soluciones que se suelen adoptar lo único que hacen es “parchear” el problema. Tratamos de solucionarlo de manera rápida. Queremos que algo nos quite el dolor, queremos que sea rápido y a la de ya…. y con el cuerpo las cosas no funcionan así.
Entonces, ¿la pastilla no es buena opción?. Sólo digo que no es la mejor opción. Evidentemente si disponemos de una ayuda farmacológica, nos ayudaremos de ella pero no pensando que nos va a solucionar el problema del dolor. ¡Ojalá si!. Por norma general sólo es un alivio. Como te decía antes, un parcheo.
Con el masaje pasa tres cuartos de lo mismo. Normalmente el dolor de espalda suele ser por causa muscular. Acumulamos tensión en alguna zona por el tiempo que estamos manteniendo una postura, por estar realizando algún movimiento repetido, por estar manipulando alguna carga,… por un largo de factores que nos provoca el dolor básicamente porque nuestro cuerpo no está preparado para esa tarea. Ir al fisioterapeuta a que nos trate nos aliviará a corto plazo pero no por norma el dolor volverá a aparecer. Vuelvo a lo mismo, seguimos parcheando el problema.
– No has ido alguna vez al fisioterapeuta con un dolor de espalda y te ha dicho eso de: “deberías de plantearte entrenar algo. Tus músculos están débiles”. Seguro que te suena.
Déjame que siga con la última opción que tomamos como medida súper urgente.
Ya cuando no podemos más, decidimos ir al médico buscando respuestas. ¡Doctor!. Me duele la espalda. Mucho. ¿Por qué me ocurre?. Aquí es cuando empezamos con las pruebas: radiografía, resonancia o tac. Queremos agarrarnos algo que nos explique la causa de nuestro dolor. Que no digo que esté mal pero como venía diciéndote en las líneas de antes, no es la mejor opción. Seguimos parcheando.
Volvemos con los por qué.
Básicamente tratar de solucionar el problema de espalda de esa manera es muy simplista. Actualmente tenemos suficientes datos como para saber que el dolor de espalda no se deriva sólo de una causa, puede ser distintas las que lo originen. Desde la biomecánica del cuerpo, de tu cuerpo en particular y de cómo te enfrentas a todas las acciones en tu día a día: hablo de tus posturas frente a distintas tareas. También del cómo eres tú: tu estructura. Normalmente todos nos salimos de los estándares y nuestro cuerpo no está como debería de estar. Otros factores personales como son tu edad (si, también influye), tu peso, tu predisposición genética, tu condición física, tu manera de percibir el dolor, tus estilos de vida,… hasta tu estrés, tu estado de ánimo y tu contexto personal y profesional.
¡Cómo te quedas!. No sé si habías escuchado esto alguna vez. Este es el prisma de los modelo biopsicosociales que proponen una manera muy interesante de abordar el problema de espalda con una probabilidad mucho más amplia de solución que el método simplista donde sólo nos centramos en buscar la causa biomecánica del problema, de tu dolor de espalda.
¿Entiendes la gran diferencia?. Esta es la manera del como me gusta transmitir soluciones para aprender a manejar el dolor de espalda en las empresas. De todo esto hablo aquí: https://app.clientify.com/resources/files/download-url/673979/
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